La Biblioteca Nacional en la ciudad de Buenos Aires exhibe, en el mes de la memoria, «Historietas x la Identidad», una exposición en la que dibujantes y guionistas relatan en cuadraditos historias de hermanos, hermanas y primos que buscan a los más de 500 nietos apropiados durante la última dictactura cívico-militar.
Se trata de una muestra integrada por los trabajos que resultaron de una de las tantas campañas de difusión de Abuelas de Plaza de Mayo, en las que convocaron a artistas con una idea clara: contar las historias de familiares que todavía siguen buscando a niños secuestrados y desaparecidos entre 1975 y 1980.
Son casi 30 las obras que dan vida a esta muestra, ubicada en enclaves de fuerte circulación pública: la plaza de la Biblioteca y la sala Leopoldo Lugones, en el hall de entrada.
Al aire libre se exhiben unas 14 gigantografías, mientras que en el interior del edificio se puede ver el conjunto de la historietas, acompañadas por bocetos, documentos y material utilizado por los dibujantes.
A cada historieta, de doble página -las hay de Max Aguirre, Esteban Cánepa, Nadia Mastromauro, Angel Mosquito, Lucas Nine y otra veintena de dibujantes- la completan fotografías de los padres, el niño buscado, los nombres y toda la información que aporte a la investigación de los casos, como la presunta fecha de nacimiento del bebé y otros datos.
«Por una de estas calles, en este edificio, en esta misma sala, alguien te está buscando», se lee en uno de los carteles que invitan a mirar este encuentro de historietas documentales, de pluma diferente -color, blanco y negro, líneas gruesas, más finas, tipo collage- que en conjunto se transforman en una suerte de largo cómic que apela de lleno a los lectores.
«Uno busca sintetizar todo el material y ver desde dónde contar. Cuando te toca ilustrar una historia así no es sólo sufrir por lo que pasó al otro o por lo que genéticamente se lleva en la sangre por haber crecido en este país, sino que es una toma de conciencia sobre cómo abordar estéticamente el dolor», comenta a Télam Istvansch, dibujante del caso de Clara, cuya madre fue secuestrada el mismo año en el que nació y estaba embarazada de otro bebé.
«La imagen es muy poderosa para transmitir y hacer llegar un mensaje a las nuevas generaciones y posibles nietos», considera el diseñador, y contundente asegura: «no hay otra que involucrarse, agarrar y ser mosca en esta historia. Como artista entrás en una instancia de profunda reflexión por su significado y por el intento de lograr algo estético, poético y artístico en torno a esto».
A Azul Blaseotto le tocó la familia Soler-Moreno y la lucha de Esteban por encontrar a su hermano que estaba en la panza cuando secuestraron a su mamá.
La guionista y dibujante lo conoció casi de casualidad mientras ilustraba juicios en Comodoro Py -lo hace desde 2010 convocada por H.I.J.O.S como una forma de dejar registro- y desde ahí comenzó a saber de boca de él su propia historia.
«Fue un desafío y un gran compromiso como persona y dibujante: no sólo son hechos reales sino personas vivas, que sienten. Esteban no me conocía y me tuve que ganar su confianza para que me cuente su historia y yo traducirla en dibujos. Fue muy emocionante y conmovedor», cuenta Blaseotto sobre su trabajo, al que buscó alejarlo de «golpes bajos y sentimentalismo».
«Quería contar esta historia tan fuerte no desde la denuncia, sino desde el rescate de la fortaleza y la luminosidad de Esteban hoy. Por eso hice todo en colores -excepto el blanco y negro que retratan el secuestro de sus padres, indica- porque la vida es en colores, la suya también y no pudieron quebrarlo», explica.
«La idea es que el mensaje llegue a buen puerto», dice la curadora de la muestra, Judith Gociol, a la vez que enfatiza en la fuerza de la historieta como lenguaje. «Son lecturas rápidas e impactantes. Por ejemplo, las obras que están en la plaza te sumergen en una historia de imprevisto, en la que quedas involucrado».
Este encuentro gráfico rinde homenaje también al guionista Héctor Oesterheld, creador de «El Eternauta», secuestrado y desaparecido por la última dictadura cívico-militar.
«El estaba convencido de que la historieta es una buena herramienta pedagógica, política y de difusión, un medio de comunicación masiva y al servicio social de una causa política o una idea», apunta Gociol.
En el marco del mes de la memoria, «Historietas x la Identidad» se podrá visitar hasta fines de marzo en la Biblioteca Nacional, Aguero 2502, con entrada libre y gratuita- y participar de diversas actividades que incluyen un acto del que participarán Abuelas, nietos recuperados y otras organizaciones sociales.
Fuente y más información: www.telam.com.ar