Por Marcelo Cotton.
Liliana López Foresi (periodista), Juan Sasturain (escritor), Alicia Petti (periodista de espectáculos), Arturo Bonin (actor), Liliana Escliar (guionista) y Daniel Ulanovsky Sack (periodista) nos ayudan a responder esta pregunta surgida del deseo y la necesidad de una radio mejor.
Probablemente para algunas personas –aquellos que la escucharon en su esplendor- la ficción en radio sea sólo un recuerdo vinculado con Alberto Migré y sus largas tiras de radionovela, y sea impensable hoy luego que la TV tomó el rol central y aglutinador en los hogares, y la radio se corrió a la mera función “informativa” o de “compañía” mientras las personas realizan otras actividades. Sin embargo, demostraciones cabales –aunque a cuentagotas y de variada elaboración y calidad- nos dan cuenta de que la ficción en la radio sigue vigente por su propia naturaleza (la de la radio y la de la ficción) de alcance y efecto en la audiencia.
En este sentido, el escritor Juan Sasturain aporta: “Es un formato que tiene absoluta vigencia, nada sustituye a un relato oral, y un relato oral que trabaja con la imaginación. Eso es lo que la radio de específico tiene que aprovechar”. (1)
¿Por qué la radio no lo aprovecha? Las respuestas suelen ser variadas y comprometen a otros actores sociales, pero aún así conjeturamos posibles explicaciones de dudosa validez como que implica mucha producción y, por ende, gastos, o que no es un formato comercial y, por lo tanto, no vendible. Una respuesta, quizás más profunda y que incluiría a las anteriores, sería que la concentración de medios deviene en la concentración de propuestas –contrarias a la diversidad, no sólo de las propuestas sino también de las miradas y de los sujetos- que da como resultado la concebida repetición, unidireccionalidad y empobrecimiento de la comunicación.
Lo cierto y verificable es que la magia tan mentada parece apagarse ni bien se enciende la radio. Y que única magia que persiste –si se quiere seguir hablando de magia cuando hablamos de radio- es aquella que se produce por el simple hecho de que si un micrófono esté abierto y alguien hable, a eso se lo llama radio. Pero no es el objetivo de esta nota analizar las causas de la escasa ficción sino estimular las causas que hagan que estas propuestas se desarrollen. Y las hay y muchas.
La periodista especializada en espectáculos, Alicia Petti, ensaya una: “A través de la ficción la gente se engancha con la historia, con los personajes, con las interpretaciones… y se logran resultados absolutamente notables porque se produce el fenómeno de la identificación” (2)
Identificarnos como oyentes, que hablen de nosotros, de nuestras penas y alegrías cotidianas, en la rutina de la escucha radial, es un potencial formidable.
Sin embargo parece que la agenda del día que imponen las agencias de noticias y los diarios –y también la TV basura- son los rectores del contenido en la mayoría de las AM –del mismo modo que lo es la difusión de música comercial en las FM- De tal modo la radio se constituye en un medio de reproducción o amplificación de otros medios-empresas sin aprovechar su propio potencial.
Y si de potencial hablamos, hay que reconocer que la radio como medio de información es efectivo, rápido, instantáneo. Y por tanto, nos proporciona información al instante.
Pero, como dice el periodista Daniel Ulanovky Sack, no necesariamente la información nos mantiene cerca de la realidad: “Cuando hay demasiada realidad, muy minuciosa, cuando nos informan de todos los baches de las cuadras, de todos los problemas que puede haber para hacer un trámite etc etc. Eso lleva a que la realidad más profunda o los fantasmas más profundos que pueda tener una sociedad queden tapados con el árbol y que no se vea el bosque. Y me parece que la ficción ayuda más a ver el bosque”. (3)
¿Será entonces que hay quienes no les interesa que veamos el bosque? ¿O es más fácil como oyentes que nos digan qué pasa, qué tenemos que ver, escuchar, que está bien y qué está mal sin la posibilidad de cuestionamiento?
La ficción es intrínsecamente una dialéctica, plantea un problema y luego un camino para su resolución, no es estática, sino dinámica, genera identificación, involucramiento del oyente en la problemática como si ésta fuera suya.
En este sentido, la periodista Liliana López Foresi dice sobre la ficción: “Somos lo suficientemente complejos y no está nada mal problematizarse para aprender. A menos que nos resignemos a una operación binaria como si fuéramos computadoras o como tiende a hacerlo el cerebro. Pero cada vez que se pliega un pensamiento se empobrece, cada vez que se reduce a lo binario se empobrece si luego no se despliega a una complejidad, a una problematización de la realidad lo suficientemente interesante como para evolucionar”. (4)
Puede parecer ficción decir que nuestros relatos nos definen como sociedad, pero no lo es. Estamos hablando de cultura, ni más ni menos, en un medio como la radio, al alcance de todos. Dice al respecto el actor, Arturo Bonín:
“La ficción es una herramienta (…) el arte si no nos provoca, si no nos ayuda a pensar, a reflexionar, no es arte, es adorno. Y yo creo que desde la radio se puede propalar arte, se puede propalar cuestionamiento, se puede propalar provocación. Todo lo que nos ayude a pensar y a cuestionarnos” (5)
Todos los consultados hablan de la necesidad de la ficción en la radio como modo de evolucionar, de cuestionar, y no sólo de entretener -como muchas veces a la ficción se la etiqueta-. Es tal vez el secreto de dicha conjunción mágica (la del entretenimiento y el pensamiento) lo que hace paradójicamente inviable –todavía- la vuelta de la magia a la radio. La conjunción entre el pensamiento a través del entretenimiento, entre el pensar a través del sentir, o del sentir a través del pensar.
Dice sobre la radio y la ficción, Liliana Escliar (guionista y escritora): “La radio tiene que tener ficción porque es el mejor lugar para la ficción. Es el lugar más parecido a la lectura. Tiene tantos sentidos, tantas interpretaciones. Tiene que haber ficción porque la imaginación es alimento. Y porque no es tan importante lo que opina la gente que habitualmente se sienta frente a los micrófonos”. (6)
Alentar la imaginación, el cuestionamiento, la evolución, no es poca cosa en este entorno mediático desnutrido de estas nociones. ¿Para qué hacerlo desde la radio? Porque de la misma forma que cuando una persona se sienta frente a un micrófono a opinar se dice que está haciendo radio, una misma persona o grupo puede poner en palabras y en sonidos el producto de su imaginación y, a su vez, invitar a los oyentes a que pongan lo suyo. No cambian los recursos materiales, cambia lo humano. Esa es la magia de la radio.