Por Carlos Rafael Diéguez (Comunicador cubano)
La radio es arte, no necesita discutirse porque cumple los mismos principios de la realización cinematográfica desde la idea, guión, locaciones, montaje, edición hasta puesta en escena. El público que ve una película también oye radio, crea imágenes, las asimila y decodifica de acuerdo a sus gustos y referencias, de manera que la diferencia entre el séptimo arte y la radiodifusión no es mucha, solo se localiza en la forma de hacer y el soporte, pero el efecto es el mismo.
El acto creativo en la radio comienza con el proceso de auto motivación, posiblemente el paso más difícil porque se trata del inicio, embrión de la idea que hay que convertir en producto comunicacional. En este punto se pone en juego la capacidad energizante individual que cada uno lleva dentro y con certeza la llamamos “la bomba” porque ese deseo de inspiración al desprenderse del corazón, tiene un efecto atomizante.
Hacer radio necesita de ideas originales que sorprendan primero al autor, en los momentos, ante y durante de “bajar la musa” donde prevalezca el estilo de realización, el propósito, sentido y formas de ser del creador, porque el programa de radio es reflejo de la conducta y del carácter del artista.
La capacidad de auto motivación del creativo radial conduce al equilibrio entre el éxito y la calidad del programa. El resultado de la obra es esencialmente intrínseco, proviene del interior, de lo más hondo del artista: sus sentimientos. Es vital asumir una actitud positiva a la hora de confeccionar un libreto, una nota, hacer un reportaje, redactar una crónica, una noticia o pequeño mensaje porque en la motivación, sean cuales sean las circunstancias para el autor, tendrá éxito seguro en el público perceptor.
Un realizador de radio auto motivado, aprende a crear su potencial de ideas, a utilizarlo, pensar en positivo, sentir su fuerza interna y actuar con eficacia. Cuando se asume un proyecto creativo -cada programa radial lo es- no debe faltar la armonía entre textos y recursos de efectos que embellezcan los contenidos. Sensibilidad y buen gusto del autor repercuten en la sintonía del oyente.
Los que laboramos en el medio radial nos pasamos casi todo el tiempo hablando de nuestro trabajo, sentimos una necesidad interior de mejorar. Como todo no está inventado en la radio hay que desterrar la costumbre de huir de la crítica echando la culpa a cualquiera o a todo el mundo, menos a nosotros mismos.
Toda obra humana es perfectible al error, enmendarla es de sabio. Se aprende todos los días algo nuevo, no importan los años ejerciendo la profesión. La radio es una escuela y debemos establecer una cultura de transformación y modificar nuestra conducta, no porque nos digan que debemos cambiar, ni porque la emisora en la que trabajamos nos envíe a un curso. Las mejores enseñanzas se logran en los propios estudios de las emisoras, “chocando con la verdad” desprendida del calor de las máquinas y la elegancia de los sonidos.
El mejor aprendizaje nace en la auto preparación. Hacer radio exige de un estudio constante de los realizadores en aras de la coherencia entre teoría y acción. Leer mucho y diversos textos tonifica la cultura creativa del profesional de la radio.
Fuente : http://www.radiocubana.cu