Por Marcelo Cotton.
Desde hace unos años, muchas escuelas argentinas llevan adelante proyectos que van desde pequeñas emisoras hasta talleres de radio. En esta nota, contamos sobre las bondades, las dificultades y los riesgos que implica enseñar a hacer radio a los más jóvenes. Una excelente oportunidad para poner a las escuelas en sintonía con los desafíos del momento y a los chicos en condiciones de crear discursos propios. El secreto: contar historias.
UNA HISTORIA
Hace mucho tiempo, las pocas personas que habitaban el mundo inventaron las palabras para que todos tuvieran un código común para comunicarse. Las historias y los datos pasaban de boca en boca. Las historias eran importantes para conocerse y los datos para convivir. Pero la población crecía y la gente necesitó un portavoz: alguien que hablase en voz alta para todos. Si había un nacimiento, un entierro, o un problema en la comunidad, el portavoz era el medio que lo comunicaba. Luego, esas comunidades crecieron hasta convertirse en ciudades. Había tanta gente desconocida hablando al mismo tiempo que los medios (que hablaban en voz alta) eran más escuchados que la gente. Entonces algunos se dieron cuenta que siendo dueños de los medios tendrían mucho poder y manejarían a la gente a su antojo. Así, los medios se empezaron a comprar y a vender por mucho dinero. Y dejaron de ser portavoces de la gente para ser portavoces de los más adinerados. Ahora, las ciudades siguen creciendo y los medios incomunicando a la gente. La gente se siente sola, confundida y quiere volver a conectarse con sus semejantes. Y contarse historias como esta, en la que vuelvan a ser protagonistas de su tiempo.
VACÍO EN LA ESCUELA
Más allá de ciertos educadores y pedagogías que llevan adelante (a veces aisladamente) la acción por actualizar contenidos y modos de enseñanza y aprendizaje, la escuela –con sus viejos cánones- padece un proceso de deterioro. Los alumnos cada vez muestran más problemas en la atención, la comprensión, el vocabulario y la expresión. Situación que, consecuente con el deterioro de las formas de vida familiar y laboral en los sectores de menos recursos económicos y con la apatía generalizada, deja a la escuela vacía de sentido en el marco de la complejidad que es hoy la vivencia de los niños y los adolescentes. La escuela como institución puertas adentro, no parece tener un papel fundamental en el desenvolvimiento de la compleja supervivencia que les espera a los chicos puertas afuera. Los medios parecen abarcarlo todo y ser el más poderoso punto de referencia del que aprender y aprehender a desenvolvernos en esta vida.
Más allá de lo exagerado que suene esta aseveración, resulta mucho más presuntuoso creer que la escuela (tal como ha sido hasta ahora) forma sujetos, cuando estos sujetos (si es que logran llegar a la escuela) son objetos de consumo (o desecho) para las nuevas tecnologías en “comunicación”, incluso dentro de la escuela.
Ante tamaña realidad quedan dos caminos: 1) Espantarse y seguir aceptando pasivamente la influencia “nociva” de la tecnología como alienador de conciencias 2) Aceptar el desafío de educar en la construcción y el manejo de los medios de comunicación (como medios para expresarse) a los chicos.
A propósito dijo el investigador en educación, Gustavo Iaies:“Hay que construir un puente entre el mundo en el que están metidos y el mundo de la escuela. (…) No hay duda de que hay que llegar a Napoleón, pero hay que llegar a ese tema desde algún lado. Lo que el docente necesita es que el alumno empiece a prestar atención y a entender que así como hoy hay discusiones de poder en el mundo, Napoleón participó en una discusión de poder. El desafío consiste en encontrar puentes entre lo que les preocupa a los jóvenes y lo que nosotros les queremos enseñar, pero la escuela tiene muchas dificultades para lograrlo”. (2)
EL ROL DE LA RADIO EN LA ESCUELA
Ese es el rol que intentan desempeñar las variadas experiencias de radio en la escuela: Los chicos son protagonistas en el acto de producir y de decir. De ese modo, no sólo se apunta a revertir el proceso de deterioro en la capacidad expresiva oral y escrita, sino también a salvar la brecha entre la escuela y los medios de comunicación (ambos formadores) sumando activamente a la escuela en el fenómeno social que representan los medios en la vida cotidiana.
Y hay más. El consumo de los medios de comunicación no está relacionado con la obligatoriedad (como si lo está la escuela), sino más bien con el placer. El rol de la radio en la escuela tiende a vincular el placer con el aprendizaje, a unirlo como dos puntas de un mismo hilo.
Por otra parte, el consumo mediático que hace el niño o joven en edad escolar fuera de la escuela es, en esencia, un consumo acrítico. De tal modo que, poner al alumno en situación de hacer en el marco pedagógico, es (si hay en este punto plena conciencia de los educadores y de las herramientas necesarias para ponerlo práctica) poner a los medios de comunicación como tema de estudio y análisis para la formación de sujetos críticos y activos en la construcción de la comunicación.
POR QUÉ LA RADIO
Porque su accesibilidad práctica y su capacidad expresiva lo ubican como un medio idóneo para que los chicos sean los actores principales en el acto de comunicar. Porque en la radio se conjuga la palabra con la música (y la música ya es una forma de expresión válida para niños y adolescentes), por los efectos de sonido, que es un elemento mágico de recreación de la realidad y percepción sensitiva… La lista de las virtudes del lenguaje radial es larga y, para el caso, es más importante experimentarlas que analizarlas. Y sobre todo (si hablamos de su función didáctica) es sumamente importante poder transmitirlas. En esto es fundamental el rol de los maestros y capacitadores en el arte de hacer radio. La radio es mágica y accesible, sí. Tan mágica y accesible que muchos profanan su aire y lo contaminan. Por lo tanto, habrá que enseñar a los chicos (de igual manera que se les enseña a cuidar el medio ambiente) a cuidar el aire de la radio.
QUÉ ENSEÑAR
¿Cuáles son los maestros? ¿A quién tomar como referente? En la práctica, quizá sea ésta una de las primeras dificultades que enfrentan las escuelas cuando ya tienen instalado su estudio de radio, su consola de sonido, o su aula-taller ¿Y ahora? ¿Qué enseñarles? ¿Qué guías prácticas estudiar y seguir? Si a duras penas los maestros llegan con su tiempo al final del día. Si la radio que pretenden enseñar no está clavada en el dial de los chicos ni en el de los grandes ¿Terminaremos entonces como escuela enseñando a emular a los grandes medios de comunicación? ¿Enseñando la vanidad y vacuidad que ciega de poder a quien se sienta frente a un micrófono?
EL RIESGO
Es así como es muy probable que estas experiencias terminen cayendo en la imitación de las producciones radiofónicas que se escuchan habitualmente en la radio comercial (caracterizadas por su bajo nivel de contenido), desaprovechando los medios didácticos que brinda la escuela para investigar, acopiar material, re-elaborar y narrar, y basando los contenidos en la reproducción automática de los contenidos publicados por y como otros medios (generalmente grandes y masivos). De este modo, la experiencia radiofónica en la escuela pierde todo su potencial educativo, constructivo, despertador de conciencia y auténticamente expresivo.
Pero, claro. Cuando estas experiencias navegan solas, sin brújula, en el mar de la indolencia social y estatal, o naufragan o se mantienen ancladas a la orilla de su isla gracias a la testarudez individual de unos pocos maestros, directores o educadores que con una fe férrea resisten la falta de voluntad política de funcionarios y la ausencia de políticas activas en materia de comunicación (ver nota Pescetti). Comunicar es educar y viceversa. Pero las esferas estatales de una y otra rara vez trabajan en conjunto.
Pues bien, ¿cómo entonces enseñar a nuestros alumnos a comunicar (y no a reproducir)?
CÓMO ENSEÑAR
Instando a que sean ellos, los chicos, los descubridores de la información e indagando en sus propios medios para conseguirla y transmitirla (no se enseña repitiendo sino descubriendo).
Mientras sean capaces de abarcar la información a su escala, la de su escuela, su cuadra, su barrio, su comunidad. Mientras constaten, vivan, lo que los atraviesa como sujetos en una realidad determinada, mientras logren conocer a fondo su lugar, sus raíces y su identidad y consustanciarse con ellas, lograrán establecer un puente real, un vínculo, un ida y vuelta una empatía con sus oyentes (con los que comparten historias comunes y problemáticas similares), lograrán comunicarse.
Y para eso, la aventura de la radio en la escuela no debe limitarse al mero ejercicio de trasladar información. Tenemos que enseñarles a los chicos a narrar historias.
LA RADIO COMO FORMADOR DE SUJETOS.
“En vez de tener una clase de historia donde existe un orador y un alumnado que escucha, una propuesta, desde la radio, podría ser la investigación bibliográfica o con fuentes autorizadas, la creación de un guión radiofónico tomando un formato de radioteatro y luego su grabación utilizando los cuatro elementos del lenguaje radiofónico: música, palabras, sonidos y silencios. La intervención, el involucramiento y el desmenuzamiento del proceso hará que los contenidos lleguen por otro camino, quizás más efectivo, pero seguramente, mucho más atractivo como propuesta pedagógica”, propone el sitio web Mundo Galena (www.mundo-galena.com.ar) en su sección La Radio en la Escuela.
Contar historias en radio apunta a eso. A re-elaborar contenidos, a asumirlos desde la perspectiva del sujeto, a reconocer distintos puntos de vista, a abordar un conflicto y tratar de desenmarañarlo (a través de la creatividad, el entretenimiento y el trabajo en equipo). A trabajar el intelecto desde la palabra; y los sentidos desde la música, los efectos de sonido y los silencios. Aprender a escuchar. Y a escucharse.