Por Marcelo Cotton.
Bajo esa consigna, se realizó en Buenos Aires el seminario Radios Comunitarias en América Latina. José Ignacio López Vigil (“Radialista apasionado”) disertó sobre el rol protagónico de la ciudadanía en la radio a través de la recuperación de los espacios, sobre una nueva idea de programación, sobre el poder educativo del género dramático y sobre las oportunidades que da la tecnología para democratizar la palabra.
José Ignacio López Vigil es autor de Manual Urgente para Radialistas apasionados –libro de referencia para muchos amantes de este medio- entre otros libros y es director del sitio www.radialistas.net.
Desde su estilo suelto y para nada academicista -bien radiofónico- dictó el seminario Radios Comunitarias en América Latina, organizado por el CPR (Centro de Producciones Radiofónicas) los días 25 y 26 de octubre últimos. Durante ambas jornadas se respiró un aire renovado entre los concurrentes –estudiantes, docentes, y algunos responsables de radios comunitarias de distintos puntos de la Argentina-con quienes compartió sus ideas sobre la radio como el medio mejor dotado para libertad de expresión, contraída por la concentración mediática y las ausencia de formatos radiofónicos que insten a la participación ciudadana.
RADIOS COMUNITARIAS. Una historia de protagonistas y antagonistas.
En 1947 en Boyacá, Colombia, el cura Joaquín Salcedo quería alfabetizar a la población y encontró en “Radio Sutatenza”, la herramienta. Ese mismo año, en Bolivia, los mineros explotados colgaron bocinas en postes de luz creando, sin saberlo, un sindicato sin tribunas. Ambas experiencias se extendieron. Los mineros llegaron a conseguir 20 frecuencias de “La Voz del Minero” y Radio Sutatenza multiplicó su función alfabetizadora en otros pueblos de Colombia y países vecinos.
Más allá de que en ambos casos, la fuerza protagonista fue perdiendo empuje –Radio Sutatenza fue un emporio que terminó comprado por la Cadena Caracol y las radios de los mineros se disiparon ante los vaivenes políticos de ese país– la fecundidad de la radio comunitaria en América Latina ya estaba desatada. En los años 60 el educador Paulo Freire esparció en ondas de radio su educación popular y liberadora. Y lo que allí se llamó Radios Libres, en otros sitios del continente obtuvo distintas denominaciones: radios rebeldes, participativas, populares o alternativas.
Fue en 1972 cuando se empezó a hablar de Radios Comunitarias al crearse ALER, una red de emisoras -muchas de ellas cristianas-. Pero la gran explosión llegó a principios de los años 80 al descubrirse en las FM -hasta ese momento inutilizadas para la transmisión- una posibilidad mucho más accesible económicamente que lograría –paralelamente a la explotación comercial de estas frecuencias– más independencia de del capital económico para instalar emisoras. Tanto en Argentina como en Canadá la explosión de radios comunitarias fue muy significativa, y fue este último país sede del primer encuentro internacional en el se que fundó la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC). Y al poco tiempo se formaron redes nacionales –es el caso de FARCO en la Argentina-.
Sin embargo, esta irrupción perdió fuerza en los últimos años frente a las políticas neoliberales. ¿Por qué? López Vigil es contundente: “los entes reguladores del espectro radioeléctrico de nuestros estados latinoamericanos hacen uso y abuso de las licencias y regalan o subastan las frecuencias según sus intereses políticos o según las ofertas económicamente más suculentas”. Y sigue: “Los ciudadanos no sabemos que nos ampara el artículo 19 de la declaración universal de los DDHH y la declaración de la UIT en la que se explicita que el espectro radioelétrico es patrimonio de la humanidad y que los estados son los encargados de repartir las frecuencias a favor de la libertad de expresión”. Pero en nuestros países las licencias se compran, se venden y hasta se subastan –como es el caso de Guatemala- al mejor postor, deviniendo en la consabida concentración que es, según López Vigil “un atentado contra la libertad de expresión”.
En ese sentido, el “radialista” agregó que en Argentina los 21 puntos básicos para una nueva ley de radiodifusión de la democracia –prontos a discutirse en el Congreso- llevados adelante por la Coalición por una Nueva Ley de Radiodifusiónes un proyecto que apunta seriamente a democratizar la comunicación (ver www.coalicion.org.ar)
¿QUE ES UNA RADIO COMUNITARIA?
Los 21 puntos básicos plantean que el espectro radioeléctrico se divida en tres partes iguales. La primera para las emisoras comerciales, la segunda para el estado y nuestros medios públicos, y la tercera para emprendimientos privados con fines públicos -lo que encuadra a las distintas organizaciones de la sociedad civil-
. Pero… ¿Qué es una radio Comunitaria? Según López Vigil es aquella que sea “comunitaria” no por su denominación o por sus adjudicatarios sino que “una radio comunitaria se define por su programación”. En ésta –sean quienes sean sus detentores propietarios- tiene que formar parte activa la ciudadanía, y la ciudadanía es plural. En ella deben diferir todas las opiniones –más allá de la línea editorial de la emisora-, en ella tiene que haber solidez económica, no para privatizar la ganancia sino para reinvertirla en la empresa social, en ella tiene que haber intereses compartidos porque si no, no es común, comunitaria, si no sectaria, en ella tiene que haber vocación de crecimiento y vocación masiva -en el radio de cobertura de la misma-. “Comunitaria no es sinónimo de pequeñez” aclara el productor y formador. Y tiene que haber“más calle que radio”. Dice al respecto López Vigil: “La buena radio se hace fuera de la radio, donde está la gente”. La radio comunitaria no debe perder su fin recreativo. La clave, dice el “radialista” es entretener educando y viceversa.
Son demasiados objetivos para una radio comunitaria, pensarán muchos. Sin embargo, estos objetivos podrían pensarse como condición sine qua non para contrarrestar el poder de los grandes medios. Para sostener su condición de comunitaria, participativa. En eso radica su fuerza. En estar realmente cerca del oyente. O mejor dicho, en dejar de entender al oyente como oyente sino como partícipe, como la parte del todo que cada vez encuentra menos lugar.
EDUCAR ENTRETENIENDO… y viceversa.
“Nos han dicho que la radio es música y noticias” dice José Ignacio López Vigil. Pero la radio es “voz”, voz humana, voz de la naturaleza (efectos de sonido) y la voz del corazón (la música). “La radio moderna ha olvidado la voz de la naturaleza”.
Y si de olvidos hablamos, el autor de Manual Urgente para Radialistas Apasionados destaca que también la radio ha dejado de lado al género dramático. “El género de más llegada al oyente” ya que en él estamos incluidos todos, a través de nuestros miedos, aventuras, amores y desamores, impotencias y triunfos.
La radio comunitaria tiene que entretener haciendo reír y llorar, porque eso es lo que somos. Sin embargo, probablemente sin quererlo, nuestras debilitadas y -en muchos casos- aisladas, marginadas o automarginadas radios comunitarias, sólo tienen la posibilidad práctica de repetir formas, contenidos y estructuras de las radios comerciales que no sólo hoy detentan el poder económico y la mayor parte de las frecuencias, también los “conocimientos” que prevalecen y se imparten desde muchas de las escuelas desde donde se aprende a “hacer radio”.
INTERNET: LA PUERTA ABIERTA.
Según López Vigil, Internet –seguramente gracias a la distracción o el descuido de Bill Gates– ha roto las barreras impuestas por los detentores –o saqueadores- de la comunicación. La barrera espacial: todo lo que se escucha en Internet no tiene límites ni antenas o potencias que lo detengan. La barrera temporal: se puede escuchar una producción una, dos o las veces que se quiera. La barrera “legal”: no hay que pedirle permiso al COMFER para salir al aire. Y la barrera de la censura, entre otras.
Probablemente no podamos imaginar hasta donde Internet, –para el apasionado López Vigil, el medio más democrático hasta ahora- puede cambiar nuestros hábitos. Lo cierto es que –así como lo fueron las radios comunitarias en su momento de explosión o como lo hicieron los mineros de Bolivia con sus bocinas- en Internet hoy puede olerse un aire libre que nos vuelve a enseñar un concepto fundamental: que por su propia constitución y concepción la radio siempre es libre y encontrará sus formas de sonar con sus distintas voces.
Esto, siempre y cuando entendamos que somos nosotros, los ciudadanos, los que tenemos que poner las palabras.
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Lopez Vigil también pasó por la Universidad de Quilmes y por la radio FM COMPARTIENDO 89.7 (www.fundafar.org.ar). La gente de la emisora realizó este trabajo sonoro que quisieron compartir con Narrativa Radial.