Jorge Halperín: Consejos para hacer una entrevista.

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Jorge Halperín es periodista y autor de “La Entrevista Periodística”, libro en cuya reedición (Aguilar – 2008) se plasman conceptos sobre la entrevista en radio.


En primer lugar, muchas gracias por concedernos esta entrevista. En segundo lugar, y teniendo en cuenta que usted es el entrevistador experimentado y yo quien le hace una entrevista sobre su tema de estudio (la entrevista) prefiero aprovechar la ocasión para que mis preguntas sean tomadas como pedidos de consejo. ¿Puede ser?

Claro.

¿Cómo me preparo para una entrevista? ¿Me hago un cuestionario, un punteo de temas a abordar, un ayudamemoria o improviso?
Sí a todo. Pero hay dos cosas que van primero: preguntarte por qué elegiste a tu entrevistado. Tener clara esa cuestión y cuál es el interés periodístico de dialogar con esa persona. Una vez que eso te lo hiciste explícito, consultar archivos, libros, Internet chequeado para no comprar verdura, etc. Todo para tener un razonable conocimiento del personaje y sus opiniones. Ahora sí, mi método es elaborar un cuestionario que apunte en esa dirección (unas 8 o 10 preguntas) e incluir preguntas de otros ítems por si lo que buscás no le inspira nada interesante al entrevistado. Dos o tres temas alternativos te darán opciones para que la entrevista no fracase, pero todo depende del tiempo que tenés, de lo central o no que es en cada caso dialogar sobre un único tema y de la química que logres armar con tu entrevistado. Con esa base, luego improvisá todo lo que te parezca útil.

Quiero aprovechar esta charla con usted para sacar de su testimonio lo más valioso de su conocimiento y experiencia sobre el arte de entrevistar ¿Cómo hago para no desperdiciar esta oportunidad de escucharlo? ¿Dejo que usted desarrolle? ¿Opino con usted? ¿Me quedo callado? ¿Le hago muchas preguntas, una tras otra? 
Si hacés cinco preguntas de un saque, me exigís una enormidad como entrevistado. Vos estás trabajando para un tercero, que es el público ¿Cómo no abrumar al público?; ¿cómo no aburrirlo? Ahí es donde debe funcionar una de tus cualidades indispensables de entrevistador: sos un escuchador, te debés dar cuenta de cuándo es poco o demasiado. Si el entrevistado desarrolla algo interesante, escuchalo. Si es demasiado largo para el medio radial, procurá interrumpirlo con delicadeza. Pero tenés que saber que con tus preguntas condicionás respuestas concretas o no, cortas o largas, complejas o sencillas. Si al preguntar te hacés el culto, no le sirve al público. Si la cita culta realmente viene al caso, entonces sí. El método de descargar preguntas como metralleta no es el mejor, porque nada se desarrolla, pero puede ser oportuno con determinados entrevistados muy parcos. Podés opinar al preguntar siempre que no presiones en exceso al entrevistado con tu opinión y esa opinión no cierre el tema sino que sirva para generar respuestas interesantes del otro. Si estás con un tipo fascinante o que está dando un testimonio impresionante, mejor callate y escuchá, y, cuando tengas que preguntar, hacelo con discreción y sentido de la oportunidad.

Es usted un entrevistado muy generoso en sus respuestas. Pero esto no siempre pasa. ¿Qué hago si el entrevistado responde muy escuetamente?
En ese caso, tratá de olfatear con qué tipo de temas y preguntas lo motivás mejor. Por eso hay que tener muy claro las hipótesis que fundan tus preguntas, porque te van a surgir más preguntas, y también tener claro para qué hablar con esa persona. Y aquí es donde ves para qué te sirven las opciones de temas.

¿Qué hago si el entrevistado se va por las ramas?
Le dejás muy en claro qué es lo que vos querés saber. Si se sigue yendo por las ramas, le vas sugiriendo de un modo delicado pero evidente que sea concreto (ej., “Para concretar”, o “Para resumir” o “Para ir al punto”). Si continúa yéndose por las ramas, entonces lo despedís delicadamente.

¿Es mi responsabilidad que la entrevista tome el cauce buscado por mí? ¿Cómo?
Es obvio que sí, aunque también es obvio que no depende sólo de vos. ¿Qué debés hacer? Una vez que te enamoraste de un tema que creés que puede ser muy bien desarrollado por ese personaje, está en vos llevarlo hacia allí. Y, si el personaje se revela con otro rumbo que juzgás igualmente muy valioso, desenamorate de tu plan inicial y llevalo a potenciar al máximo el rumbo que ahora te propone (a veces te tira una punta que luego se resiste a seguir, insistí, presioná en esa dirección, motivalo para que siga en ese rumbo).

En su libro “La entrevista periodística”, usted dice que la entrevista funciona con las reglas del diálogo privado (proximidad, intercambio, exposición discursiva con interrupciones, un tono marcado por la espontaneidad, presencia de lo personal y atmósfera de intimidad), pero que sin embargo está construida para el ámbito de lo público. ¿Cómo se logra esa mezcla entre lo íntimo y lo público?
Se consigue poniendo todos tus sentidos al servicio de la entrevista, que muchas veces es una charla privada para el público (en la gráfica), y que muchas otras (en la radio y la TV) es una charla pública que debe conseguir un cierto tono privado, un tono de confesión, de mesa de café, de hablar relajado.

Hay entrevistados que pareciera que tienen un discurso armado que sacan a relucir en toda entrevista que les realice, ¿le pasa esto a usted? ¿Qué hace para sacarlos de ese lugar para hacer de su entrevista una entrevista única, singular?
Me pasa. Yo trato de sorprenderlos con dos cosas: con preguntas originales y con un fuerte conocimiento del personaje y sus temas. Las dos cosas te ganan el respeto del entrevistado. Y, si puedo y se da la circunstancia, con algo de desfachatez, atreviéndome por ejemplo a decirle cosas como “Soy como una novia desconfiada; usted eso se lo dice a todos…”.

¿Cuáles son sus entrevistadores preferidos? 
Tal vez como un mal del oficio, uno les ve la “costura” a los colegas. Pero dos entrevistadores que me impresionaron son Jorge Ginzburg (si bien con entrevistas muy sesgadas por el humor, pero con una velocidad de réplica extraordinaria), y Bernard Henry Levy, filósofo de profesión pero con una gran imaginación para trabajar al personaje en sus diálogos y en sus acciones y entonces ofrecernos la entrevista narrada (mezclando diálogos y relatos).

Temo tentarme con hacerle preguntas que me surgen ahora, al escucharlo. Pero podría irme de lo pautado…
Uno nunca pregunta sólo lo que preparó antes de encontrarse con el entrevistado. Gran parte de los diálogos se basan en preguntas que surgen en el momento, y así debe ser. Si no, con dejarle las preguntas y encender el grabador saldrían magníficos reportajes.

Yo soy un entrevistador de radio. ¿Qué consejos específicos sobre la entrevista en radio puede darme? 
Esta pregunta es para una respuesta larguísima. La entrevista en radio está expuesta directamente al público, normalmente no tendrá una edición previa a ser emitida. Si es telefónica, por lo general será breve y más fría que cuando es en el estudio. La brevedad condiciona el cuestionario, no hay tiempo de ir poniéndolo en clima, la pregunta brutal a lo sumo será la segunda. Las entrevistas con tensión normalmente son telefónicas, mientras que las de estudio son más amables y confesionales. El lenguaje de radio prefiere los climas y las frases cortas. Gana en emociones y pierde algo en lo conceptual, porque no es prudente pedirle al entrevistado conceptos muy complejos que el público no podrá rebobinar como lo hace en un diario o revista. Y lo digo yo, que amo las entrevistas de ideas.

Permítame una digresión: muchas veces enciendo la radio y escucho una entrevista ya comenzada y nunca me entero a quién entrevistaron. 
Yo insisto mucho en recordarle al oyente cada tantos minutos con quién estamos dialogando. No tengo por qué suponer que estaba escuchando desde el principio.

¿Cuál es el entorno, el ambiente, el lugar que prefiere para hacer sus entrevistas?
Depende de para qué. En radio, o es telefónica (el entrevistado donde lo encuentres) o en el estudio. Para un diálogo duro y tenso de actualidad, es preferible el teléfono. Para una entrevista más de personaje o de tema atemporal, donde no hay mucha “pelea” sino que predomina el clima, es preferible el estudio.

Hasta ahora le hice preguntas primero técnicas-informativas, y en segundo lugar de valoración, de análisis. Ahora quiero preguntarle sobre su experiencia personal. ¿Tengo que cambiar el clima o la forma de preguntar según estos tres tipos de entrevistas?
Si es de divulgación (informativas), sobre todo importa la claridad de las preguntas y las respuestas. En la segunda no importa esencialmente el clima sino la tensión del diálogo, y las declaraciones que obtuviste. En la tercera importan más los climas y las emociones.

Bien. Ahora entonces le pido que me cuente de sus como entrevistador.
Hice entrevistas que fueron inolvidables por las respuestas brillantes del entrevistado (Umberto Eco, Georges Duby, Alberto Ure, Edward Said), o por la fuerza del personaje (Cesar Milstein, Gabriel García Márquez, el titiritero Javier Villafañe), o por la fuerza del testimonio (la historiadora Natalie Zemon Davies), o por todas las cosas que pasaron en el antes y después de la entrevista (Eco, Norman Mailer, Gabriel García Márquez), o por todas aquellas virtudes y privilegios juntos (Eric Hobsbawn, José Saramago). Y también es inolvidable el sonoro fracaso de mi entrevista en Radio Mitre con el novelista Andrés Rivera (silencios interminables y una permanente acción de hostigamiento del entrevistado ante cada pregunta mía; así como fue inolvidable y mágico el ejercicio práctico en un taller de periodismo en Córdoba, donde Rivera hizo confesiones personales que nunca había hecho ante un medio).

¿Por qué se acuerda de esta entrevista? ¿Qué le movilizó a usted?
Pregunta ya respondida.

(Dicen que el silencio sirve para las entrevistas, porque sacan del entrevistado declaraciones impensadas, más auténticas… hago un silencio)
Me parece bien. Pero mis declaraciones fueron auténticas y no encuentro nada impensado a esta altura.

Va mi última pregunta… ¿Por qué eligió la entrevista como tema de investigación?
Siempre estoy preguntándome acerca de mi práctica profesional. Fui escribiendo ideas sobre la radio y, cuando acordé la reedición de “La entrevista periodística” en 2008, ya llevaba cerca de diez años de radio y una buena experiencia que me proveyó de algunos aprendizajes que quería compartir.

Jorge Halperín, periodista y autor del libro “La entrevista periodística”, muchas gracias.