Por Marcelo Cotton.
Por sus propias características, la radio es un medio sensorial. A diferencia de los medios gráficos donde la información impresa puede almacenarse y leerse una y otra vez, la radio carece de esa posibilidad. En cambio, tiene la ventaja de crear climas y sensaciones con los sonidos, la música y los silencios. La radio pues no se lleva del todo bien con la información. Los datos son difíciles de aprehender, pasan y se disuelven, a menos que uno tenga un anotador cerca y la atención bien despierta para tomar nota de lo esencial. Por lo tanto, cuando se informa en radio (excepto ciertos datos imprescindibles), poco es lo que queda de esa información y mucho de sensación, de clima. La radio es poco estricta con los datos precisos. Y muy indulgente con las sensaciones que esta información provoca en la sensibilidad de los radioescuchas.
Dicho esto cabe hacer un paréntesis para analizar el efecto que provoca mucha de la información que pasa por la radio. Los informativos comunican más a través de la música y el tono del locutor que por la información que vierten. De tal manera que, como comprobó Orson Welles en 1938 con una supuesta invasión extraterrestre, en radio se crea primero la sensación de veracidad, antes que el acto mismo de informar.
Al mismo tiempo, los informativos convencionales no sólo generan la sensación de veracidad sino también la de vértigo, ya que en ese formato los acontecimientos se transmiten sin solución de continuidad, unos tras otros sin posibilidad de digerirlos. La noticia de política al lado de la policial al lado de la deportiva al lado de la de espectáculos al lado del estado del tiempo…
Todo sucede con una misma densidad específica. La ilusión de estar informado se parece mucho hoy a la sensación del adormecimiento de los sentidos.
Por otro lado, la noticia como formato es la reina (además de la publicidad) de la radio AM. Se considera noticia todo hecho actual que (agenda de los grandes medios mediante) se considere de interés general y que rompa con el estado “normal” de las cosas. En ese sentido, es noticia, por ejemplo, la última declaración de una figura famosa y no lo es la situación miserable de millones de campesinos pobres. La noticia y los hechos superficiales dominan la escena del periodismo radial haciéndonos creer que estamos conectados con la realidad. Gran paradoja.
Si nos remontamos tiempo atrás, comprobamos que la noticia (tal cual la conocemos hoy) se divulgó por el mundo a partir de la invención del teletipo que permitía que los “último momento” pudieran transmitirse velozmente de un lugar a otro, coincidiendo con la primera guerra mundial cuando la cantidad de hechos noticiables merecían ser transmitidos con urgencia. Según el periodista Daniel Ulanovsky Sack la forma de producción y transmisión de noticias responde a la lógica industrial de producción fordista: “no es casual que la confección de la noticia se haya pensado como una cadena productiva” .
Vale decir que esa práctica se perpetuó al día de hoy cuando lo urgente (que muchas veces no lo es) desplaza a lo importante. Y si hablamos de radio, mucho más aún. Podemos estar escuchando una noticia absorbiendo por nuestros oídos la sensación de urgencia que se asemeja a los trucos que usó Welles hace más de 80 años, perdiéndonos lo importante.
La radio está hecha de sonidos, esos sonidos nos plantean mundos (reales e imaginarios), que dan lugar a la reflexión, a los conceptos, a las ideas. Eso es lo que queda. Cuando escuchamos noticias en radio, nos quedamos menos con los datos que con la percepción del mundo, el concepto planteado a través de estos informativos. Mundos confusos, inabarcables por el oyente común, donde nada se puede hacer, sólo absorber como esponjas la tragedia inabarcable de la “realidad” que está más allá de nuestro alcance.
Sin embargo, hay otras formas de percibir la realidad. Cuando ésta es narrada desde las distintas subjetividades que la componen, poniendo en el centro de la realidad a la dignidad cotidiana de las personas, la realidad cambia. Se hace más cercana, más palpable.
Según el escritor y periodista Martín Caparrós: “A veces es más importante, más noticioso, más informativo para mucha gente enterarse de lo que pasa con unas personas en una plaza cualquiera que leer las declaraciones de un ministro. Puede hablar más de sobre su vida, su país y sus circunstancias. Es una lástima que los medios no tomen la idea de que sería mejor contar vidas cotidianas. El periodismo tendría que dedicarse a la vida de todos”.
El periodismo de investigación, los documentales, el periodismo narrativo, las historias de vida, son formatos potencialmente ricos para abordar la realidad con la profundidad que lo merece.
¡NOTICIA DE ULTIMO MOMENTO! Dijo el escritor y periodista Tomás Eloy Martínez: “el periodismo se salva si vuelve a las historias”. Eso incluye a la radio.